POR QUÉ UN CONGRESO UNICAMERAL
POR QUÉ UN CONGRESO UNICAMERAL
Desde
que aparecieron las redes sociales se vienen escuchando voces, cada vez menos
aisladas, sobre la conveniencia de implementar en Colombia un congreso unicameral,
es decir, eliminar la Cámara de Representantes o el Senado para rebajar,
dramáticamente el número de congresistas, funcionarios desprestigiados que la
gente asocia con corrupción, clientelismo, ausentismo, viajes inútiles, venta
de votos al ejecutivo, privilegios exagerados, sueldos infames, maromas para favorecer
a grupos económicos y multinacionales, y hasta con el crimen.
Hoy
les expondré ocho razones por las que Colombia y su constituyente primario, o
sea ustedes, que son los Jefes, los que mandan, deberían ir considerando la
posibilidad de adoptar para nuestra democracia un sistema legislativo
unicameral.
Primero. 117 de 185 naciones con
parlamento se rigen bajo el sistema unicameral. En América lo tienen Perú,
Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Honduras, el Salvador y la mayoría de
países centro americanos con excepción de República Dominicana. Puerto Rico
tenía una Asamblea Legislativa bicameral pero mediante un referendo realizado
el 10 de julio de 2005, el pueblo votó a favor de un Congreso Unicameral. Procesos
similares pusieron fin al sistema bicameral en Dinamarca en 1953, en
Suecia en 1969, en Grecia en 1.975 y en Portugal en 1976. Pero el parlamento
unicameral más fuerte, potente y prestigioso del mundo es el Inglés. La Cámara
de los Comunes en Inglaterra es un buen ejemplo de cómo se puede legislar en un
país con respetabilidad y eficiencia. Además de estos países Europeos, lugares
donde prevalecen los derechos humanos, niveles bajos de violencia y corrupción
y un excelente nivel de vida en sus habitantes, se rigen bajo el sistema
unicameral buena parte de los países africanos y asiáticos.
Segundo. La existencia de dos cámaras
hace lenta la expedición de leyes porque las dos cámaras se dedican a duplicar
funciones cuando el problema de la reflexión, estudio y maduración de los
proyectos se puede suplir con un doble debate en la misma Cámara. Así se hace
en los países que han adoptado este sistema.
Tercero. Aunque este argumento debería
ser el menos trascendental, porque con el mismo criterio tendríamos que reducir
el número de magistrados y otros funcionarios, les mostraré las cifras de lo
que significa el ahorro de dinero para el Estado si llegáramos a adoptar un
Congreso Unicameral: Según estudios de la Fundación Manos Limpias, cada
congresista, entre sueldo, prestaciones, vacaciones, alrededor de cinco primas
anuales, carros blindados, gasolina,
escoltas con sus salarios y prestaciones, pensión millonaria, sede con
internet, luz, agua y teléfono, 600 salarios mínimos al año de libre
contratación para sus asesores, dotación de Ipad, computadores e implementos de
oficina, cuentas de celular ilimitadas, 2 tiquetes aéreos semanales, vivienda,
salud, alimentación dentro de las sesiones y plenarias, el precio que les paga
la Registraduría por reposición de votos, sin contar el detrimento que le
causan al estado cuando legislan para mafias y grupos económicos, le cuesta al
Estado alrededor de mil novecientos cincuenta millones de pesos al año, es
decir, 7.800 millones de pesos durante su cuatrenio. Esta cifra, multiplicada
por 268 congresistas, nos arroja una cifra astronómica de 2.090.400.000.000 (Dos
billones noventa mil cuatrocientos millones de pesos). Un mundo exagerado de
dinero para unos personajes que solo trabajan 3 días a la semana, 12 días al
mes, 8 meses al año.
Si
tuviéramos un Congreso de 72 miembros, el ahorro sería de un 70% de esa cifra,
es decir nos costaría 627.120.000.000 y nos ahorraríamos 1.463.280.000.000 (un
billón cuatrocientos sesenta y tres mil doscientos ochenta millones) Dinero
suficiente para condonar las deudas a los estudiantes pobres que un día
tuvieron que ir al ICETEX con dos fiadores a que les prestaran dinero con
intereses bancarios para poder estudiar. Sobraría para costear la universidad a
100 mil estudiantes, regalar otras 40 mil casas a las víctimas de la violencia
o para dignificar la salud durante ese cuatrenio al que se refiere este ahorro.
Si el Congreso fuera de 100 miembros, el ahorro sería de 63%, es decir, 1
billón, 316.952 millones.
Cuarto. Dado que menos políticos pueden
acceder a una curul dentro de un Congreso pequeño, se puede cualificar la
nómina exigiendo mayores requisitos a los aspirantes. Es una aberración, por
ejemplo, que para ser Congresista en Colombia, no se exija ni siquiera el
título de Bachiller. Junto con el de Guatemala, tenemos el único Congreso de
América que no exige título profesional a sus legisladores. Esto redunda,
claramente, en la mala calidad de las leyes. A un Congreso pequeño deberían
llegar personas muy preparadas y muy capacitadas pues su tarea es, nada más y
nada menos, que la de hacer las leyes que afectarán, en nuestro caso a 47
millones de personas. Más del 70% de los actuales 268 congresistas pasan por
las cuatro legislaturas sin siquiera presentar una sola ley. Y ya vieron lo que
nos cuesta.
Quinto. En nuestra idiosincrasia
corrupta y teniendo en cuenta que con un Congreso Unicameral no se va a
eliminar la corrupción, el Gobierno de turno tendría que entregar menos
entidades a los pícaros que le hagan esa exigencia a cambio de sus votos. Ya
vimos como en el llamado “Computador de Palacio” figuran varias decenas de
parlamentarios a quienes les adjudicaron grandes partidas y entidades oficiales
enteras, con licencia para hacer y deshacer (léase, saquear, quitar y poner)
Sexto.
Al existir una sola cámara, los ciudadanos podemos ejercer un mejor y más
eficiente control social sobre esas pocas cabezas parlamentarias. Podemos
obtener mejor información de sus declaraciones de renta, de sus proyectos, de
sus ausencias, de sus desmanes. Les puedo nombrar 200 congresistas ya mismo de
los que ustedes nunca han escuchado hablar. Sencillamente porque van a cobrar
su exorbitante salario, a ver qué negocio jugoso sacan, a ver cómo venden sus
votos o los cambian por notarías o empresas del Estado, o en el mejor de los
casos, a vegetar.
Séptimo.
El Voto de las minorías, muchas de ellas con circunscripciones especiales como
las negritudes y los indígenas, tendría un valor real mayor del que tiene en el
sistema bicameral. Imaginen que en un Congreso de 72 miembros ellos tengan 8
curules. Estaríamos hablando de un 11.5% de las mismas. Distinto al actual
sistema donde no representan ni el 0,5% de los votos.
Octavo.
Se le quita poder de chantaje a los Partidos Políticos. Ya el Presidente de
turno no deberá lidiar con casi tres centenares de personajes con distintos
intereses sino con esos pocos que, ojalá, el pueblo tenga la inteligencia de
elegir.
Obviamente,
para implementar este sistema, se requiere de un acto legislativo que jamás, ni
en sueños, aprobará el Congreso de la República. Por ellos incrementarían esa
cifra a 400 legisladores, para que cupieran en ese recinto sagrado sus
familiares y testaferros. Significa esto que solo durante un proceso
constituyente se podría adoptar este sistema. Si lo llegara a haber, algo muy
probable por la crisis institucional por la que pasamos, el proceso de paz de
la Habana o una mayoría arrasadora de votos en blanco durante las presentes
elecciones, habrá candidatos que adopten este discurso. Está en sus manos
apoyarlos o no.
También
aparecerán los detractores al sistema unicameral y, desde ya, les digo quienes
son: Aquellos políticos que han hecho de esta actividad un negocio. Aquellos
políticos que no tienen título profesional. Aquellos ambiciosos de poder que
saben que se les reducen las posibilidades de llegar al Congreso. Los Partidos
Políticos que verían reducidas sus arcas por cuanto la Registraduría debería
pagar menos votos.
Y
para los que lleguen a pensar que 72 miembros son muy pocos, les recuerdo que
la actual Constitución, que consta de 366 artículos, fue diseñada, discutida y
aprobada por 72 Constituyentes en un lapso de 6 meses. Eso sí, bien
trabajaditos.
Y si
nos ponemos a pensar el Estado, en serio, como el ente que tiene la obligación
de generar progreso y bienestar a sus habitantes (léase, educación gratuita y
de calidad, Salud digna, empleos bien remunerados y seguridad ciudadana, entre
otros), en próximas columnas les puedo demostrar que, con el fortalecimiento de
los municipios, también sobran todas las gobernaciones y asambleas departamentales con su corrupción
ineficiencia y oneroso costo. Dinero con el cual podemos fortalecer esas
deficiencias que nos hacen cada vez un país rico para los ricos pero atrasado y
sin oportunidades para los pobres.
Gustavo, hay mucha confusión sobre el real efecto del VOTO EN BLANCO en las elecciones de Congreso. Es urgente que alguien autorizado explique. Vea el confidencial de Semana de hoy...
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