PAZ EFÍMERA Y COSTOSA VS. PAZ DURADERA
por Gustavo Bolívar
Mucho
se jactan los uribistas del período de tranquilidad que vivió el país
durante buena parte de los ocho años en que ocupó la presidencia el hoy
senador Alvaro Uribe Vélez. En buena parte tienen razón, es innegable
que se recuperó la seguridad de las carreteras y que, como dicen ellos
mismos, la gente pudo volver a sus fincas con tranquilidad. Pero sus
contradictores nos preguntamos siempre ¿a qué precio?
Un precio
muy alto. porque al tiempo con el que se asestaban golpes a las
guerrillas, que en virtud de los falsos positivos, hoy ya no sabemos si
fueron tan ciertos y tan contundentes, se mantenía una complacencia y
laxitud, probadas ya por la justicia, frente a los grupos paramilitares
que cometían masacres a lo largo y ancho del país con total impunidad,
primero desde el monte, luego desde la escuela criminal de Ralito a
donde fueron a parar varios capos del narcotráfico y, por último, de las
cárceles a las que fueron remitidos los altos mandos paramilitares
gracias a la ley de justicia y paz.
Si revisamos cifras, el
país mantuvo entre 2002 y 2010, tasas promedio de muertes violentas de
22.000 personas. Hoy, en un período que los uribistas critican por
“haberle devuelto el control del país a las guerrillas” las tasas de
asesinatos han disminuido en casi un 50%. El año pasado estuvo cercana a
las 13.000 muertes violentas.
Luego, la paz de Uribe fue
relativa, efímera, parcial, paliativa. Porque aplicó analgésico al
cáncer, que son las FARC, pero no extirpó el tumor definitivamente y el
otro cáncer que trató de extirpar, el de los paramilitares, hizo
metástasis en las peligrosas bandas criminales que hoy nos azotan en
todo el territorio nacional. La muestra es que el cáncer de las FARC
atacó antes de ayer y mató a 11 soldaditos humildes, muchachitos del
pueblo, de apellidos populares.
En Colombia matan aproximadamente
400 militares al año. ¿Cuántos son hijos de ministros,
presidentes, magistrados, congresistas o cacaos? Ni uno solo. Sin
embargo buena parte de esos mismos altos dirigentes, políticos e
industriales del país pregonan la guerra con saña. Guerra en cuerpo
ajeno.
Luego la paz de Uribe es una paz basada en caravanas de
viajeros acompañadas por el Ejército, cientos de miles de soldados en
las carreteras haciendo la señal de víctoria a los conductores de
vehículos, un gasto militar exorbitante que le quita recursos a la
educación. Y me pregunto si esa costosa parafernalia es sostenible en el
tiempo. ¿Podemos seguir cuidando los campos y las carreteras y las
industrias y a miles de particulares en peligro de secuestro o de
asesinato con recursos del Estado? ¿Sí? ¿Y por cuántas décadas más?
Sería
mejor, muchísimas veces mejor una paz real, duradera, estable,
definitiva. Que la gente pueda volver a sus fincas y viajar libremente
de por vida sin el acompañamiento del ejército. Que esa plata que se
escurre a chorros a las Fuerzas Armadas se invierta a chorros y con
urgencia en educación. Que los fusiles se silencien para siempre. Que el
cáncer de la guerrilla sea extirpado para siempre pero también las
condiciones sociales, las injusticias y la corrupción que las hicieron
nacer y crecer.
Esa es la paz que queremos. Y la única manera de
alcanzar esa paz definitiva es por la vía del diálogo. Que si pagan
cárcel o no pagan cárcel. Ese es un debate que se está dando y se
decantará solo. Si no pagan cárcel y la gente está inconforme, pueden
votar negativamente el acuerdo en el referendo aprobatorio que contempla
la ley para refrendar los acuerdos.
Lo cierto es que nadie
con un poco de sensatez debemos deducir que es preferible que los jefes
guerrilleros impongan sus ideas a través de la política y no de la
milicia. La Lucha armada es obsoleta, ya no tiene cabida en este siglo.
En
Colombia sí cupo una revolución, corruptos y oligarcas abusan con
descaro de la gente. Todo está corrompido. Dónde uno toca sale pus. En
la justicia, en la contratación estatal, en las Fuerzas Armadas, las
alcaldías y gobernaciones, los concejos, las asambleas y especialmente
el Congreso de la República. Da rabia la forma como se enriquecen
entrando a saco en un erario sin dolientes. Da rabia la forma como
logran impunidad para sus fechorías comprando jueces o haciéndose
favores mutuos. Da rabia la manera como las mafias del poder se blindan
entre sí otorgándose fueros e inmunidades.
Hay en verdad
muchos motivos, pero el tiempo de la lucha armada ya se quedó del bus de
la historia. Aunque se mantienen las restricciones democráticas con un
sistema electoral corrupto y cerrado a la participación ciudadana, se
puede intentar un cambio, a través de la política. Tardaremos mucho
tiempo en ver un electorado consciente y educado pero se puede intentar.
Hoy los electores son, en su gran mayoría (80%) o perezosos, o
indiferentes, o ignorantes, o interesados, hablando de aquellos que
venden sui voto. Pero de todos, la democracia es el menos imperfecto de
los sistemas políticos. Vale la pena intentarlo. Lo que si no vale, ni
valdrá la pena, nunca jamás, será tratar de imponer las ideas a punta de
bala.
¡Viva la paz! ¡La verdadera paz!
gracias por su blog ,gustavo siempre sus pensamientos me ponen a reflexionar que estamos haciendo mal como colombianos
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